miércoles, 13 de abril de 2011

Lobo Viejo

Donde el arroyo hacia un remanso y el agua casi parada era un espejo, allí estaba, como si se mirara, observandose.
Era un Lobo viejo, curtido, con cicatrices que indicaban que tuvo que defender su  status alfa mas de una vez.
No fue fácil, en su manada siempre tuvo que demostrar que era el mas fuerte,con sus hermanos, luego con los otros miembros del clan. Hasta que formo su manada y allí tampoco le fue fácil. Primero cuido de sus cachorros haciéndoles saber quien mandaba y dirigía la manada. Les enseño a cazar en grupo y también a recibir su parte de la caza.
Todo parecía tan lejano.
Pero llego el día en que uno de los jóvenes decidió que ahora era el mas fuerte. Un gruñido, una mueca de amenaza con los dientes, pero con un solo amago de ataque consiguió ponerlo en su sitio, con actitud sumisa ocupo de nuevo su lugar. Mas ya tenia un adversario que tener en cuenta.
Lo vera con orgullo y recelo, pues ese joven era su cachorro con el que corrido por el monte y el bosque.Lo había visto crecer y hacerse fuerte.
Pensó todos los demás con los que lucho, a los que se enfrento y amilano,
Pero este sabia que lo volvería a intentar era cuestión de tiempo.
Ya no era tan veloz, ya no era el mas fuerte, solo la experiencia y su saber lo mantenían allí. En lo alto , encima de aquella roca donde aullaba para decir "Aquí estoy, yo soy el jefe".
¿Cuanto mas? Su vida solo había sido una lucha, entre sus hermanos, entre sus compañeros y cuando llego el día con aquel Lobo Viejo al que derroto y ese fue el principio de su manada.
Ahora el era el viejo, sabia que solo era el tiempo el que lo pondría en su sitio.
Esa era la ley de la manada y el la supervivencia.
El fuerte era el que sobrevivia  y el lo sabia, el ya no lo era.
Lo vio muy claro cuando en el reflejo del arroyo vio su imagen, vio aquella herida. Aquella era su sangre, su carne y fue su sangre y su carne el que la había sacado a la luz.
Un escalofrío le recorrió su cuerpo y recordó al Lobo Viejo que aunque derrotado siguió en la manada, pero ya no fue nunca mas el primero en comer, ni en cazar.
Hacia diez inviernos que faltaba. Lo recordaba altivo y orgulloso pero supo hasta el final que lo que le paso volvería a pasar, como siempre, como desde el principio del tiempo.
Ahora era el, el que estaba allí, esperando su turno.
Esperando otro reto en el que ,esta vez, el derrotado fuera el. Pasaría a ser el viejo de la manada, allí en su lugar esperaría su fin.
Bebiendo del agua cristalina del arroyo alzo su testa y aullo.
Entre los montes y los bosques resonó aquel largo aullido.
Aquel aullido que decía ahora:
"Aquí estoy, TODAVÍA"

2 comentarios:

  1. Eso es la cadena de la vida, creemos que no nos llega, pero sí, cada día damos un paso hacia esa piedra donde haremos balance de nuestra trayectoria, pero lo importante es llegar dignamente. Me ha gustado mucho, un beso.

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  2. Bonito relato,una leccion de vida,pero hay que ir dejando paso a las siguientes manadas,altivos y orgullosos hasta el final,besos y sigue escribiendo me gusta como lo haces.

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